Al termina el rodaje de la primera parte de Ché (Steven Sodderberg 2008), Jody Spilkoman, segundo ayudante de dirección del proyecto, me ofreció ir a Puerto Rico a rodar la segunda parte de la peli, pero yo ya me había sacado el billete para Nepal. Tenía grandes planes en mi cabeza para desarrollar The Travelteller, un blog sobre Slow Travelling, el perfecto continente de mis aventuras viajeras por el mundo. Steve Jobs ya había pronunciado su famoso discurso en Standford University donde entre otras perlas produjo esta que a mí me dejó en mi sitio: «Your time is limited, don’t waste it living someone else’s life… follow your heart and intuition, they somehow already know what you truely want to become».
En aquel momento decidí apostar por mi proyecto por encima de apoyar los proyectos de otros, aunque fuese una peli del mismísimo Steven Sodderberg. Si hice bien o mal es algo que todavía me pregunto a menudo, pero esa fue la decisión que tomé. En aquella época, cuando miro atrás, a pesar de seguir de luto por Gonzalo (el gran amor de mi juventud que fue asesinado en 2006), fue una época dulce, sin muchas más responsabilidades que alimentarme, pagar el alquiler y respirar.
Era el primer viaje largo que iba a realizar sola fuera de Europa, mi primer viaje al oriente lejano. Salí de Barajas con dos amigos y en Nepal nos esperaba otro, érmaos cuatro: Tres chicos y yo, a mi aprensiva madre le parecieron paladines suficientes. El plan era explorar Kathmandú cuatro o cinco días y de ahí partir hacia Pokhara, antesala del macizo de los Annanpurna, a esperar que la climatología nos permitiese arrancar un treking hacia Poon Hill, el mirador desde el que contemplar las nieves perpetuas del Annapurna sur (7219 metros), el Machapuchare (6993 metros), el Hinchuli, el Annapurna III, el pico Dhampus, el Dhulariri II , dos días de subida, uno de reposo y otros dos de bajada todo un reto para mí que no soy una aficionda al trekking, pero soy deportista y amante de la naturaleza. Yo grababa mis vídeos y robaba fotos entre pause y record, mis amigos y compañeros de viaje también las hacían y en esas son en las que salgo.
Aquí os dejo el guión que escribí en el 2007, al leerlo hoy en día he de controlar con fuerza unas ganas terribles por cambiar el título, ampliar la información, retocar expresiones o añadir puntos de vista… Es un proceso inevitable, casi natural para alguien que escribe y es, además, una obstinada perfeccionista con cierta tendencia hacia la insatisfacción permanente como yo, pero no lo he hecho, pues no se ajustaría a la verdad un texto retocado y filtrado por años de experiencia.
Cosas de la vida, este documental no llegó a ver la luz, pero yo lo vi montado una vez y era bello como el sol… y las montañas… y la lluvia… y los mandalas y las sonrisas de la gente de Nepal…
"La montaña es donde está la verdad" "Mountains are where the truth is", K. Desikachar The Yoga of the Yogui, The Legacy of T. Krishnamacharya
En el lugar más protegido de Asia encontramos el que fue el último reino hinduista, suspendido en el paso del tiempo, Nepal late encajado entre dos gigantes geográficos, China e India, enclavado, en la cordillera más elevada del planeta.
Dicen que el macizo de los Himalayas es la cima del mundo, el lugar más próximo a los cielos, el punto del planeta Tierra que más se acerca a Dios.
En el corazón de las montañas se mantiene orgulloso Nepal, la tierra que vio nacer al Príncipe Siddharta, el Buddha.
Encuentro de culturas y de símbolos sagrados.
Katmandú: Capital de Nepal, erigida en un valle habitado por la cultura Newar desde el 300 a.C., rezuma historia milenaria en cada callejuela que recorres, en cada edificio que doblas, en cada rostro que observas… y, a la vez, mil imágenes te recuerdan un sistema económico en vías de desarrollo, con una población hambrienta de lo que, en occidente, conocemos como progreso…
Debido a su enclave geográfico, Katmandú, es tradicional punto de choque entre culturas, cruce de viajeros, hombres del norte provenientes de las tierras de Mongolia y de más allá se mezclan con los inquietos hindúes , tranquilos sherpas y simpáticos tibetanos, todo ello ante la curiosa mirada de no pocos turistas.
“Namaste”, “veo la luz que hay en ti”, todos saludan mientras juntan las palmas de las manos y se las llevan al pecho.
Desde que aterrizamos en Asia llueve. A finales de septiembre el monzón está tardando en despedirse, efecto del cambio climático o de la suerte, la lluvia en todas sus formas nos acompañará en nuestro camino.
Al entrar en la capital no podemos ignorar el magnífico templo de Pashupatinath, construido hace más de 1500 años, el lugar más sagrado de Nepal para los que profesan la religión hinduista, es decir, para el 80% de la población.
Detrás se alza Boudhanath, el templo de los ojos de Buda, uno de los lugares más importantes para la religión budista, la estupa esférica más grade de Nepal, sus alrededores albergan más de 50 monasterios budistas desde la última ocupación del Tíbet.
…lugar de encuentro de occidentales, zona comercial por excelencia: artesanía tradicional, plata y piedras preciosas, pashminas, aparejos especializados para el trekking y muchos guest houses, el más popular es el Katmandú Ghest House muy bonito por fuera, pero por mucho menos dinero encontrarás cobijo en cualquier otro que ofrece las mismas prestaciones, donde puedes dormir por menos de 10€ al día. Es más caro comer que dormir.
Un paseo de 20 minutos nos separan de la Plaza Durbar, callejuelas coronadas con estupas, fuegos, altares y ofrendas se ven por un camino abarrotado y lleno de vida y color. Los puestos de carne y fruta se suceden de los de artículos de perfumería, bindis y bangels, especias y artesanías. Riksos, taxis, vacas sagradas deambulan ante pequeños templos que reverencian a divinidades como Ganesh, Hanuman, Krishna o Shiva.
Es una plaza majestuosa construida de manera un tanto caótica entre palacios y estupas. Su nombre quiere decir “Plaza del Palacio” pues uno de los palacios que vemos es el Palacio Real. En el palacio del fondo vive Kumari, la diosa viva de los hinduistas, su festividad se celebra a finales de septiembre, ella sale a saludar al pueblo en su carroza, simboliza la despedida del monzón y la llegada del buen tiempo por lo que no tiene una fecha fija.
La gente de Katmandú lleva muchos siglos encontrándose en Durbar Square para intercambiar bienes de agricultura, artesanía o, simplemente, de paso de una zona de la capital a otra. Está considerada parada oficial de taxis y riksos y las vendedoras de ofrendas se mezclan con falsos babas, ataviados aposta para sacarle cuatro perras a los turistas inexpertos. Aquí, como en cualquier rincón de Nepal no faltan las omnipresentes vacas y los niños, muchos niños que sonríen y corren en uniforme de corte británico, ahora, entre los altares sagrados de la plaza.
Khatmandú, se sitúa en el centro geográfico del país entre las dos grandes cordilleras: al este, la grandiosa cordillera del Everest, el punto más elevado del planeta, y, al oeste, el valle de los Annapurnas, lugar de inmensa belleza, hacia donde hemos decidido emprender nuestro viaje.
…y, como puerta de acceso a estos valles, se encuentra la preciosa Región de los Lagos y su capital Pokhara, centro turístico de primer orden para todos los amantes del senderismo y el montañismo.
Para llegar hasta ahí nos recomiendan que cojamos el autobús que cuesta muy poco, la otra opción es coger un avión de cualquiera de las líneas low cost que operan en Nepal tipo Buddha Air o Yeti Airlines que sale por menos de 100€. La ruta desde Khatmandú a la Región de los Lagos es preciosa, son 8 horas si no hay percances pues los maoístas practican el bloqueo de las carreteras.
La situación política en Nepal es delicada, en 1989 el Movimiento Popular forzó a la monarquía a aceptar las reformas democráticas pero ningún partido ha conseguido establecer un gobierno estable por más de 2 años consecutivos. La corrupción institucional es una realidad y las infraestructuras no ofrecen la seguridad que el pueblo necesita.
La carretera sigue durante horas el curso de los ríos Trisuli, Buri Gandaki y que en Nepalí quiere decir “tridente” pues los hinduistas creen que fue Shiva quien dió vida al río golpeando con su tridente el suelo.
El concepto de seguridad vial es algo diverso que en occidente, como en la India, el claxon es un instrumento de comunicación entre los que circulan por la carretera.
Los últimos retazos del monzón siguen con nosotros y las nubes y la lluvia no nos permiten ver el espectáculo que se nos prometía, tras un largo trayecto en el que da tiempo a intimar con los locales que nos acompañan. Nos bajaremos en la última parada del itinerario: Pokhara “Lake Side”, la orilla del lago.
…es la parada obligatoria de todos los que vienen a caminar por los Himalayas. Desde los años 60, los occidentales hemos acumulado fuerzas en este pueblo antes de subir o hemos repuesto nuestros cuerpos tras la bajada.
Muy turístico y comercial, los locales intentan llamar la atención de los paseantes para que se interesen por sus negocios. Lo que puede resultar pesado.
Encontrar negocios de todo tipo: artesanía, joyas, restaurantes, centros de terapias ayurvédicas, supermercados, música, fotografía, más objetos para el trekking, muchos Ghest Houses, uno para mujeres que viajan solas, nosotros nos quedamos en el Placid Valley Inn que costaba una habitación doble unos 10€…
Existe un tipo de vendedora ambulante que resulta diversa de las demás. Guardan su mercancía con extremado cuidado en sus mochilas y poseen piezas de gran valor entre multitud de elementos típicos más comerciales, son tibetanas, forzadas al exilio que venden sus últimas reliquias.
Desde cualquiera de los restaurantes que se sitúan a las orillas del lago Fewa, las vistas son un espectáculo de la naturaleza, una masa de agua quieta y calma refleja, como un espejo un entorno montañoso digno de postal, no en vano este paraje se ha conocido como “el paraíso en la Tierra” por su inmensa paz y belleza.
El cielo no parece despejar y decidimos esperar un día a las orillas del lago, uno de los elementos en los que en seguida reparamos es un pequeño templo que se alza inmaculado en una de las lomas que circunda el lago, es la conocida Pagoda de la Paz Mundial y decidimos subir a visitarla.
Para llegar hasta ella debemos cruzar a la orilla opuesta por lo que alquilamos una barquita muy barata, una vez al otro lado nos espera una subida de 45 minutos entre selva, insectos, suelo resbaladizo y nepalíes que suben y bajan la montaña como una cosa natural.
Llama la atención que el suelo de la subida está tapizado por una escalera compuesta de largos escalones de roca pulida por el paso del agua.
Este es un pequeño anticipo de lo que estará por llegar.
Para subir a las montañas, es recomendable la presencia de un guía del lugar y obligatoria la expedición de un permiso de trekking que abrá que sellar a la salida de la expedición y cuando la finalicemos y que costaba 2000 rupias, unos 20€.
Nuestro guía es Om, hablamos en inglés con él. Trabaja en nuestro hotel y cada vez que tiene oportunidad, lleva de trekking a los huéspedes. Para él es una suerte poder tener más de un trabajo. En Nepal más de la mitad de la población vive por debajo de la línea de la indigencia y la agricultura es el sustento para más del 80%.
Om es un personaje simpático que anda a una velocidad de cabra montesa y que sospechamos que se inventa un poco las cosas, como el nombre de los ríos, o la distancia, él siempre dice que queda menos tiempo de subida del que de verdad queda…
Nos encaminamos hacia Ghorapani Poon Hill, más de 3200 metros de altitud, un viaje de 5 días a pie por el macizo montañoso más elevado de nuestro planeta. La ruta por las montañas sólo se puede realizar a pie o sobre lomos de una mula porteadora y una vez que la has iniciado no hay vuelta atrás.
50 minutos de coche más 15 andando nos separan de lo que se considera el principio de la etapa, sigue lloviendo y la excursión comienza a mostrarnos su lado duro, nada va a parar nuestra ascensión y empezamos a subir escalones.
Un camino eterno va elevándose entre las piedras mojadas, las nubes empañan nuestro al rededor y el agua empieza a estar presente en todas sus manifestaciones. Nos quedan 3 horas hasta llegar al único puesto donde admiten huéspedes y debemos llegar antes de que nos sorprenda la noche.
De cuando en cuando formaciones de no más de 10 casas representan un pueblo y algunas de estas casitas dejan uno de sus lados abiertos para dar lugar a un bar donde beber té y reponernos de tanta lluvia. Son unas chocitas construidas por ellos mismos donde toda la familia convive. Niños, animales y sonrisas durante todo el camino. “Namaste, namaste”, mientras se llevan las manos la pecho. Los nepalíes son gente simpática y les gusta ver sus retratos en la cámara.
Vemos a los lugareños subir y bajar de una manera natural, se protegen de la lluvia, con paraguas, ninguno lleva un chubasquero como el nuestro y es porque los nuestros ya se han empapado. A ellos el exceso de lluvia no les impide realizar el transcurso habitual de sus vidas y observamos cómo suben y bajan las laderas acompañados por sus pequeños o por sus mayores.
Contemplamos, atónitos, las ristras de burros porteadores que se suceden pacíficamente uno detrás de otro, pendientes de las instrucciones que su conductor les va profiriendo. Estas manadas de équidos son la única manera de la que se abastecen en las cotas superiores de la montaña.
un lugar muy barato, amable y sencillo donde nos podremos reponer y, sobretodo, secar. No hay calefacción y mi cuarto es un cubículo de composit con unas vistas incomparables, desde la ventana observamos cómo el agua es el origen de todo lo que nos rodea y nos inunda por todos los sentidos, las gotas caen y resuenan en un bosque tropical que fagocita todo lo que se encuentra por delante, la furia de una cascada parece abrirse camino, salvaje, entre las plantas, llueve y no para de llover, es el monzón, que ya no debería seguir presente con tanta intensidad pero que aquí está. Las casitas del pueblecito están coronadas por tejados de hojalata y bendiciones budistas que con sus banderitas de colores, parecen vestir el viento.
Se acerca la noche y con ella el frío, estamos a 1200m. y subiendo, en Nepal, cuando llegas a una etapa siempre se puede seguir subiendo, no en balde estamos en la cordillera de los Himalayas…
El plato típico nepalí es el Dhal Bat, ellos lo comen dos veces al día y admite multitud de variantes, es lo que nosotros llamaríamos un plato combinado, compuesto de arroz y un pequeño cuenco de sopa de lentejas y, dependiendo de la prosperidad del lugar, puede ir acompañado de distintos tipos de verduras, algún tipo de carne (pollo o mutón, aquí las vacas son sagradas) y una sabrosa oblea de harina de pescado… Además del Dal Bhat se puede pedir casi cualquier cosa de la cocina hindú o de la china o de la occidental, rollitos de primavera estilo nepalí, tallarines vegetales, sandwich de tomate y queso, tortitas de plátano…
La cocina es buena, pues la materia prima es de primera, todo cultivado en el huerto ecológico que crece detrás del chamizo, sin pesticidas, herbicidas ni transformaciones de ninguna clase. Los huevos son especialmente sabrosos, sospecho que deben proceder de alguna de las gallinas que vemos pacer a los lados de los caminos.
Los guest house suelen proveer de todo lo que puedas llegar a necesitar, te dan de comer y de dormir pero también te venden chocolate, papel higiénico o ron, un ron especial del país que ellos mismos destilan y toman en abundancia en la estación invernal.
Y son, además, el lugar de reunión social de la zona y les podemos ver entreteniéndose con los juegos típicos como el Tigre y la Cabra o el CaremBoard…
A la mañana siguiente debemos alcanzar Ghorepani, 2800m. Nos separa una distancia de 1600m. que se salva al estilo nepalí: 3500 escalones, Om dice que en 5 horitas está hecho pero la cruda realidad es que no para de llover y a nosotros nos cuesta más que a él.
Las escaleras, de tanto en tanto, desaparecen y se convierten en una cascada en toda regla, todo parece lo normal y seguimos hacia arriba sin contemplaciones, dicen que es mejor la subida con lluvia que con sol… El camino se inunda y parece otro afluente más del río Kali Gandaki que corre majestuoso por esta cordillera.
Tenemos que parar un segundo para mentalizarnos porque no esperábamos esta incesante lluvia, la vegetación aquí es impresionante, mucho verde, verde jungla entre las nubes…
Seguimos subiendo y no para de llover, el agua inunda la tierra y se escapa por el suelo convirtiendo el camino de escalones en una catarata y es ahora cuando comprendemos que si el camino fuese una subida llana sería imposible de ascender durante el monzón.
Los plásticos que nos cubren han dejado de hace efecto y estamos caldos, es inevitable volver a parar. A las 3 horas de camino necesitamos un secado de emergencia y decidimos parar en el primer bar que encontremos. Nos reponemos en un bar familiar, donde niños y abuelas nos observan curiosos mientras bebemos té negro caliente y nos quitarnos lo mojado.“Namasté”, saludamos, la cámara les impone respeto pero les encanta mirarse y posan simpáticos cuando les enseñas su imagen.
Tenemos que seguir pues se nos echa el día encima y por lo visto queda lo peor…
El paisaje comienza a cambiar y las terrazas de cultivo de arroz dan paso a la jungla, el agua escapa a chorros de la montaña y a través de la lluvia espesa vemos como las cascadas se suceden entre las lianas.
La ascensión se hace interminable, entre paradas y subidas llevamos 5h. de camino, estamos empapados, hambrientos y doloridos…
Tenemos que volver a parar, además de los pequeños bares existen restaurantes y complejos de guets houses, por fin encontramos uno con chimenea, el Hungry Eye Restaurant.
El sistema para calentar las habitaciones es curioso, una estufa de hierro se rodea con un andamio de madera de donde se cuelgan las prendas mojadas, no sólo las de lo viajeros sino también las sábanas de la casa y la ropa limpia… Es nuestra salvación.
Nos secamos y pedimos comida… Llevamos 1h. recuperándonos y Om nos recuerda que todavía queda otra hora más para finalizar la etapa.
De 8 a 9 horas de subidas interminables para llegar a la cima de este mundo, ¿será esta la escalera hasta el cielo?
Sobre las 6 de las tarde llegamos a nuestro destino: el Sunny Hotel, en Ghorepani, el sol ya se ha ocultado tras las montañas.
Hoy dormiremos aquí y mañana despertamos antes de que salga el sol para coronar nuestra escalada. Subiremos el último trecho que nos queda en esta montaña para llegar a Poon Hill el mirador sobre el arco de los Himalayas, más de 3.200m. de altura.
En el mundo existen 14 cumbres que superan los 8.000m. y 8 de ellas se localizan aquí, en Nepal. Si hoy tenemos suerte y está despejado podremos ver 13 cumbres de más de 5.000m. de altura y 4 de ellas de más de 8.000.
Cuando llegamos al mirador de Poon Hill descubrimos un amplio grupo de turistas, la mañana está caprichosa y las nubes cubren el horizonte pero van cediendo y descubren primero el este, Macchapuchre, también conocido como “Fish Tail”, pues su cima parece la cola de un pez retorciéndose, es uno de los magníficos “ochomiles”.
El Daulaghiri es el que se encuentra más al Oeste y entre ellos se despliega un arco de cumbres y cimas perpetuamente nevadas, una cresta esculpida por milenios de paciencia materializada, un obsequio del Universo al ser humano, la contemplación de la inmensidad de las montañas sobrecoge nuestro alma, los colosos de 8000m. de altura descansan tranquilos ante nuestros ojos.
Nos vamos a tomar el día con calma y a disfrutar, mañana tenemos 7h de camino en descenso sin contar paradas, pero no nos podemos entretener pues en todo ese camino no hay ningún ghest house.
Esta noche se ven las estrellas, es sobrecogedor, ojalá dure despejado hasta mañana y tengamos un paseo sin lluvia.
Nos despertamos con el día despejado y las montañas nos sonríen, comienza el viaje de vuelta, pero no todo va a ser en descenso.
De Ghorepani, 2.750m. subiremos a Deurali 2.987, el trayecto es una maravilla, la cordillera nevada en todo su esplendor. Vemos los helicópteros de turistas que sobrevuelan la cordillera los días despejados.
Llegamos a un bosque tropical muy tupido que da paso a visiones de ensueño, es el hogar de los monos Pangur, negros con la carita blanca y tenemos la suerte de encontrarnos con una familia que se pasea tranquila por las ramas.
Las lluvias han dejado un camino en barrado y resbaladizo y, a veces, sirve de cauce de las aguas recién caídas.
Comenzamos a bajar y llegamos a la altura de las nubes, las vemos pasar en un entorno plagado de cataratas y de arroyos. Pero todavía nos encontramos con trayectos de subida…
Paramos en Tapadani para comer tras 4h. de un camino irregular plagado de subidas y bajadas, de escaleras húmedas y de fango. Om nos promete que de aquí en adelante ya no habrán más ascensión.
Nos quedan 3h. de bajada para llegar al Trekkers Inn, todavía nos quedaría otra etapa de 4h. de bajada para alcanzar el punto de partida.
El 10º día de excursión amanece espléndido, la luz comienza a abrirse paso entre las montañas y nos despierta con su roce cálido, el Trekkers Inn posee un emplazamiento privilegiado, duerme a la sombra de 5 niñeras de más 6.000m. de altura De este a oeste: Annanpuerna South, Hiunchuli, Gangapurna, Annanpuerna III y MachhaPuchhre, agradecidos por la oportunidad de contemplarlas subimos a desayunar a la terraza. Llevamos más de 1h. contemplando el espectáculo, las montañas posan tranquilas, como estrellas de cine, queremos saborear este momento, esta es la despedida.
Salimos del ghest house sin pensarlo dos veces, más de 3.000m. de bajada y no tenemos programada ninguna parada. La vista de la media montaña vuelve ante nosotros. Las terrazas de arroz enmarcan el valle, los niños en uniforme lo alegran y nos demuestran la fuerza de voluntad encarnada pues suben y bajan kilómetros y kilómetros de escaleras para ir a la escuela.
Ahora el sol es nuestro compañero inseparable y la bajada ininterrumpida también cansa de manera inusual. Seguimos el camino a lo largo del río y entramos en un camino de piedrecitas, nuestra odisea está llegando a su fin.
Nos hemos encontrado en Nepal, uno de los últimos reinos centro asiáticos, situado entre China e India, poblado por más de 25 millones de personas de religión, mayoritariamente, hindú, y sin embargo, cada vez que emprendemos un viaje iniciamos un nuevo camino que no sabemos hacia dónde nos puede llevar
Nuestro viaje inició el 22 de septiembre de 2007 y concluyó el 5 de octubre. El 28 de diciembre de 2007 Nepal dio el primer paso concreto hacia el fin de la monarquía, con la aprobación por el parlamento de una ley que ratifica la enmienda constitucional por la cual el país fue declarado una república federal democrática.
Mi equipo de Nepal 2007: Fer, Willow, Bucho y yo, cansados pero muy contentos.
Satsang is a Sanskrit term derived from two roots: sat meaning "true’"and sangha meaning community, company or association. It can be translated as "associating with good people" or simply "being in the company of truth," and refers to the act of gathering with like-minded, uplifting people, especially those on a spiritual path.